Blogia
LENGUAJE Y COMUNICACIÓN

CÓMO ESCRIBIR CUENTOS

El cuento

Los cuentos son textos literarios breves que pertenecen a género narrativo. Se caracterizan por la presencia de un narrador que cuenta un acontecimiento central
-real o ficticio- que ocurre en un espacio y en un tiempo determinados, y en los que intervienen unos personajes. Predomina en ellos la función expresiva del lenguaje.

Algunas de las características de los cuentos son las siguientes:

Presentan un título.

Están escrito en prosa y se organizan en distintos párrafos.

El narrador se puede presentar en primera o tercera persona con un conocimiento relativo u omnisciente de los hechos y del pensar, querer o sentir de los personajes.

El relato presenta un momento introductorio, desarrollo, nudo y desenlace de uno o más acontecimientos.

El acontecimiento principal y los secundarios pueden narrarse en orden cronológico o artístico (raconto o flash back)

Durante el desarrollo del relato nos invitan a seguir leyendo para descubrir qué ocurrirá. También nos dan pistas para saber si se trata de un cuento fantástico, policial, de ciencia-ficción, costumbrista, etc.

Presentan uno o dos personajes principales.

A lo largo del relato, se desarrolla un motivo o tema central y otros secundarios.

El narrador puede recurrir a la función adjetiva en el lenguaje para describir la situación. Algunos de estos recursos pueden ser:

La descripción: es una forma de hacer visible al lector lo que se percibe con los sentidos en relación con el ambiente o los personajes que intervienen en la narración.

La descripción de personas se pueden clasificar en varias categorías:

- Prosopeya: si de una persona se describen sus rasgos físicos.
- Etopeya: si de una persona se describen los rasgos morales.

Retrato: cuando se realiza una descripción tanto de los rasgos físicos como de los morales.

El diálogo: es la participación que hacen los personajes en una historia utilizando sus propias palabras con el fin de que digan lo que piensan o sienten.

Se utiliza para dar vivacidad a lo relatado. Se distinguen dos modalidades:

- Diálogo directo: aparecen los interlocutores, expresándose con sus propias palabras. Para esto, se utiliza la raya (-)
- Diálogo indirecto: está contado por el narrador quien describe a un personaje, objeto, acción o situación, cede la palabra a los personajes y actúa como intermediario entre ellos y el lector.

Aplicación Práctica

El cuento


Te invitamos a leer y analizar el cuento que te presentamos en esta página La vida de un bototo o a crear uno dejando fluir tu imaginación y creatividad.

La vida de un bototo
Leonardo Arce Casanova

Una fría tarde de otoño abrí mis ojetillos a la vida, cuando una hermosa morena de rostro serio y taciturno puso mis cordones, verdaderos lazos de mi azarosa existencia de bototos, o botín de seguridad como apellidan los entendidos.

Con cierto descuido, quizás maquinalmente, con sus manos cálidas y regordetas dio lustre a mi redonda cara, en la misma forma me depositó en mi cuna de cartón.
Alcancé a observar en ese corto instante de mi vida, una gran cantidad de armarios atestados de opacas cunas semejantes a la mía, la cual tenía una inscripción, Nº 42, después la oscuridad. Mi lengüeta quiso expresar un grito de rebeldía pero la tapa de mi caja ahogó en su sombra mi amargura.
Resignado decidí pensar, meditar; sí, aunque ustedes no lo crean, nosotros los bototos tenemos almas y sentimientos.

Mi bototil imaginación me llevó a lejanos y exóticos lugares diversos y variados, montañas nevadas, cerros pedregosos, usinas ruidosas o quizás calles pavimentadas. Me animé, una febril ansiedad apresuró mi corazón de bototo. ¿Adónde me llevaría mi destino? Azar incomprensible. ¿Qué empresa o industria? Se fueron atropellando pensamientos e ideas, cual chiflón de fuego en el corazón de una caldera, de pronto otra ráfaga en mi cerebro de cuero. ¿Quién sería mi dueño? ¿Qué fulano me usaría? ¿Minero, mecánico, ingeniero capataz, oficial o un jornalero? Perdí la cuenta de la cantidad de probabilidades y situaciones; de improviso me dije: bototo, deja de ser arribista, debes pensar no en la categoría del individuo, sino más bien que tu dueño sea un hombre en todo lo de la ley, responsable. ¿Qué sacarías con calzar a un imbécil, incapaz o pretencioso, que por más rango, autoridad o responsabilidad que cargara, haría de tu vida una amarga existencia?

¡Claro me contesté! Ruega al padre de todos los bototos, que te corresponda un dueño que sea todo un hombre, cuidadoso, aseado y diligente, que te sientas orgulloso de su caminar en la vida laboral.

Así filosofando me sorprendió el sueño, tan grato, como imperceptible, como nunca lo imaginé.

No tuve idea ni conciencia del tiempo transcurrido, manos fuertes hicieron crujir mi caja transportándome de un lugar a otro, captaba vibraciones nuevas para mí, balanceos extraños, perdíamos la noción de la horizontal, subíamos, bajábamos, chirridos de frenos, metales, maderas, voces humanas de diversos tonos, rudas, y amables.

Nuevamente llevado en andas por manos toscas, sonidos de papeles, timbres que fueron acallándose como tardes de invierno en un campo solitario, que fueron cortadas de súbito por un fuerte golpe de una puerta de hierro y el chirriar inarmónico de una reseca y veterana cerradura.
Qué tranquilo lugar, pero ¿dónde estamos? ¿Quién nos compraría? Bueno, ¿para qué pensar más? Si nuestra existencia está en manos de la Divinidad.

A lo lejos se sentía un ruido monótono y constante que, cual maravillosa canción, me introdujo en el silencio sepulcral del descanso.
¡Qué susto! Hasta el contrafuerte me vibró. Repentinamente abrieron la pesada puerta, iluminando cual llamarada repentina la bodega de seguridad.
La ansiedad anudó mi lengüeta, atisbé con mis ojetillos a través de mi tapa de cartón, vi un hombre sencillo de rostro pensativo y preocupado. Qué alegría para mí, en su chaqueta unas letras amarillas que al unirse formaron ENAMI, sería miembro de la familia del cobre, que emoción y alegría sacudió mis cordones.
Comprendí también la preocupación del empleado, nuestra presencia significaba más trabajo para él, bueno, qué nos importa a nosotros, nuestro deseo unánime era caminar, sí, caminar, marcando con nuestras suelas plásticas las huellas de nuestra existencia, que el tiempo, el viento y la lluvia borran con su poder implacable.
Pronto brotaron como callampas de coloridas cabezas, varios hombres de diferentes contexturas y rostros, chatos, largos, narigones, bigotudos; toda una vasta galería de homo sapiens.

No faltó el gracioso que exclamó a través de sus acigarrados dientes -¡llegaron zapatitos nuevos!
Lo reconozco -me dio rabia el adjetivo de zapatitos, en mi orgullo de bototo le hubiera dado con mi punta en el...
¡Eeeh, gaalloo! ¿Llegaron Nº 37? ¡Sí! Dijo en tono cansino el funcionario. ¡Güeena patelaucha oh! Acotó un bribón de ojos chicos y legañosos.
Uno de los presentes movió la cabeza con aire de molestia y gravedad, deduje, debe ser jefe o Ingeniero.
¡Ya niñitos, en orden! ¡Hagan cola, que aquí la cuestión no anda al lote! ¡En fila, chiquillos! Dijo otro deslenguado en anónima exclamación.
¡Tenimos que estar en la onda! Cortó otro. ¡Buena onda, largó un chato cara de ladino con casco abollado y mugriento!
¡A ver ficha! ¿Trajo su vale firmado?, ya; a ver su número, 39...

Bueno, dirán ustedes, preguntándose por mi experiencia. ¿Quién te escogió zapato hablador?
Les contaré, que al rato, un melenudo maceteado pidió con prepotencia un Nº 42, no lo niego, me dio susto después del cual examiné la distancia al fulano, me desagradó a primera vista, era alto y bien hecho, miré sus manos, las tenía muy finas, sin callos... ¡No!, me contesté, este no es mi hombre; observé su rostro agraciado pero capté su apariencia sobradora y suficiente. Ojalá me pruebe dije para mis adentros, porque me voy a encoger aunque me duelan los remaches.
Se cumplieron mis deseos, el muchacho para mostrar importancia que no tenía, con tono zumbón pidió nuevamente. ¡Eh, no oyó un 42!
Allí estaba en primera fila, fui tomado en andas y llevado al mostrador, qué satisfacción sentí, quería demostrarle mi condición de zapato machote.
¡Bonito el bototo!, dijo el malandra, te voy a mostrar quién soy yo, dije para mis adentros. Me tomó con torpeza lo que aproveché para deslizarme de sus cuidadas manos al suelo, si un vigoroso rebote con mi plástica suela golpeando de paso la canilla del creído.
Con disgusto me probó, justo me apreté con todas las fuerzas de mi cuero. ¡Uf! Me encontró chico.

¡Buena patúo! Exclamó un casco naranja. ¡Gracias, gran Bototo Supremo!, dije en mi fuero interno de suela, después de haber olido tan poco gratas extremidades.
¡Eh, paletita!, cruzó cual luz de esperanza una agradable voz. ¡Yo calzo 42, la firme! ¡No necesito probármelos, esos bototos se ven re encachados!
Cambié en un instante de manos, estas últimas eran diferentes, anchas, cálidas, adornadas con preciosas callosidades y cicatrices.
Observé su rostro curtido por los años y la experiencia, figura de un hombre sencillo, sobrio y sereno, las tres eses que valen.
Me emocionó cuando olió con actitud amistosa mi fragancia de cuero, suela y goma...

1º abril: el gran día de mi vida, recibí mi bautismo, de ancestral inicio, un número 4 con un 7 y un 4 marcaron la fecha más importante de mi existencia, mis ojetillos observaron a su vez que un agujero negro marcaba cual tiro de gracia la muerte de un viejo zapato 42... Un escalofrío siniestro atravesó mi delicada plantilla.

8 abril; Salí a debutar. Mi dueño, es mecánico, camino feliz, me siento identificado con el hombre.
Somos del Servicio a la Producción ejem...
Eufórico di un puntazo as una tuerca solitaria abandonada en el camino.

9 abril: Hemos tenido harta pega hoy, me llegó un montón de grasa, pero mi dueño con diligencia me limpió con guaipe.

12 abril: Somos uno con el hombre, le oí clarito decir con satisfacción. ¡Chitas los bototos pa' ricos! ¡Buena viejito!, dije a mis adentros.

17 abril: Mientras mi dueño charla con un casco rojo, aprovecho de conversar con sus bototos, harto descuidados y golpeados ¡Duro el bajo en fundición!
¡Me llegan tupido los choques y las calores! Dice amargamente, para más remate mi dueño es re chueco!
Orgullosamente, le señaló que mi dueño es rederecho y además muy cuidadoso.

25 abril: Siento que está contento mi hombre, estuvo parado en una cola de pago, comprendí, sacó buen billete. Tuve oportunidad de charlar con un montón de bototos, zapatos de unos empleados y aún con unas simpáticas botitas negras.

8 mayo: Mi hombre parece estar enfermo, apreció sus pies helados, suda mi plantilla y late mi corazón de suela.

10 mayo: ¡Qué mala pata, licencia médica! ¡ Y yo que quería ponerle firme el hombro hoy!

23 mayo: ¡Al fin! ¡Nuevamente a la pelea por la vida y la producción! Caminé firme hoy, poco tiempo para charlar.

31 mayo: Se despide mayo con una tremenda lluvia, el hombre se mojo como diuca, y a mí para no ser menos, me entró agua hasta los ojetillos.

4 junio: ¡Chitas los días pa'fríos! Mi dueño me tostó el caracho de tanto acercarme al caldero, para calentar sus dedos entumidos.

28 junio: Le adivino en su rostro la amargura, pues se dibujan nítidamente las pinceladas tristes de la prueba, y el dolor, perdió un ser muy querido, su padre. Silenciosamente le digo. ¡Mi más sentido pésame huachito!

2 julio: Algo anda mal en mi cuerpo, una horrible punzada atraviesa mis entrañas hasta la plantilla. ¡Clavo maldito, vení a romperme las calcetas otra vez! ¡Mi hombre ponía música con un martillo y un punzón en la cabeza del miserable bastardo fierro!

10 julio: ¡Buena! ¡Hay anticipo! El hombre andaba corto de pesos, qué buena oportunidad de charlar con otros bototos. ¡Ah! Y dos botitas muy alegres y dicharacheras, una acharolada y la otra cafecita. También unos recién legados voluminosos cubrecalzados que protegían a unos pitucos zapatos de calle.

14 julio: ¡Epa!, recibí un fierrazo. Harto me dolió, pero mi dueño reconoció mi utilidad y estoicismo.

25 julio: Malazo estuvo el billete este mes, noto al hombre muy quemado, le oigo decir con rabia en el tono de su voz. ¡Más descuentos que nunca! ¡Justo ahora que estoy más encalillado!

1º agosto: ¡No me siento bien! ¡Mi suela muy resentida, cede los cáñamos, y válgame el dolor! ; los lazos de mi vida, mis cordones, reemplazados por trozos de alambre eléctrico forrado en azul celeste. ¡Que me parta un rayo!

9 agosto: Mi hombre tuvo que afirmar nuevamente mi otrora poderosa suela con varios clavos a manera de inyecciones.

18 agosto: ¿Qué pasó? ¿Será posible? El hombre llegó con la caña. ¿Dónde dejaría su elevado sentido de responsabilidad? Justo que cavilaba en este asunto, un eructo incontrolable estampó con asqueroso vómito alcohólico mi redonda y pelada cara.

21 agosto: Menos mal, el hombre prometió no tomar más. ¡Claro! Razono yo, lo enferma y total no soluciona los problemas. Me siento feliz a pesar de mis terribles achaques.

23 agosto: Es la triste realidad, siento que mi fin se acerca, se me sueltan los ojetillos y mi lengüeta tartamudea.

26 agosto: ¡Qué horror! Como que estamos en la era de los trasplantes me cambiaron mis delicadas plantillas de badana por trozos de proletario cartón.

30 agosto: ¡No hay caso, no sirvo para nada, la sombra de mi ocaso se cierne amenazadoramente sobre mi pisoteada existencia!. El hombre resbaló, cayendo de poto al suelo, un verdugo de Seguridad recomendó mi condena.
¿No comprendo? ¿Cómo me tragué mi pena?

2 septiembre: Mi hombre me estima, rehusa abandonarme. Me pregunto: ¿será lástima? ¿Aprecio? ¿Compasión?

4 septiembre: ¡Qué desesperación, los clavos han rasgado cual puñales asesinos mi pobre suela! ¡Eh, Maestro, cambie esos bototos viejos por un par de nuevos! Rompe el aire, cual saeta cruel a mis pobres oídos las palabras de un insolente cabro recién llegado al taller.

9 septiembre: Mes de la Patria y de la primavera, es el diario decir de las gentes, para mí el de la desgracia.

13 septiembre: Cual mueca burlona, mi suela abre sus fauces oscuras y desdentadas como vieja octogenaria; mi hombre me toma con un cuidado paternal, como queriendo consolarme; se me traba la lengüeta de emoción, cómo quisiera decirle que me quite la vida.

16 septiembre: Me siento decidido a todo, no tengo temor de encontrarme con el sacabocados verdugo que romperá definitivamente mi pobre vida; total he cumplido con mi trabajo, traté de ser un buen bototo.

17 septiembre: Vamos con mi hombre lentamente, al pañol de Seguridad, con honda emoción escucho la grata voz de él, pedir bototos Nº 42, el funcionario me reclama, y al verme expresa. ¡Chitas que están malitos! Mi hombre contesta: ¡Harto nobles los rotos me salieron! ¡Mis débiles ojetillos ven alzarse un martillo y...

20 septiembre....

Tomado de Primer Concurso Nacional de Cuentos,
Empresa Nacional de Minería, Enami, Chile, 1976.


Estrategias para analizar un cuento

Antes de leer

Lee el título del cuento y realiza un vistazo preliminar del texto, e intenta predecir de qué tratará.

Durante la lectura

Ajusta el ritmo de la lectura para asegurarte que vas comprendiendo bien lo leído.
Formúlate preguntas en la medida que avanzas en la lectura. Vuelve a leer un párrafo si te ofrece dificultad.
Recurre a las claves de contexto o estructurales para deducir el significado de palabras que desconozcas. Si no es posible, consulta el diccionario.
Haz, revisa o confirma tus predicciones.
Identifica el tipo de narrador.
Identifica el acontecimiento principal y los secundarios, y el personaje principal.
Observa si el orden temporal de los acontecimientos se presenta en forma cronológica o artística.
Observa los distintos momentos del relato: introducción, desarrollo, nudo y desenlace.
Según avances en la lectura, describe si se trata de un cuento fantástico, policial, de ciencia-ficción, costumbrista, etc.
Un motivo o tema central y otros secundarios.
Verifica cómo se manifiesta la función adjetiva en el lenguaje en el tipo de descripciones que presenta.
¿Dialogan los personajes entre ellos en forma directa o mediados por el narrador?

Después de leer

Identifica los recursos y técnicas narrativas utilizadas en el cuento.
Organiza la información con respecto a:

- Acontecimiento central y secundarios.
- La idea principal y secundarias.
- Problema y solución.
- Orden de los sucesos.

Resume el cuento leído.
Evalúa el propósito y punto de vista que ha asumido el autor del cuento y expresa tu opinión con respecto a éstos.

Estrategias para escribir un cuento

Antes de escribir

Revisa distintos cuentos y observa cómo se inician, cuáles son los personajes, como se presenta el narrador, etc.
Define:

- El tipo de relato (fantástico, policial, ciencia-ficción, etc.)
- Narrador.
- Tiempo y espacio.
- Personajes y sus características.
- El acontecimiento principal y sucesos que se desencadenarán a partir de él.

Estructura a modo general tu cuento: introducción, desarrollo, nudo y desenlace.

Durante la escritura

Redacta tomando en cuenta las posibilidades expresivas del lenguaje para describir los espacios, personajes y sucesos contados.
Vincula las distintas palabras, oraciones y párrafos con preposiciones, conjunciones y modos conjuntivos de tal modo que el relato resulte fluido y coherente.
Utiliza un vocabulario adecuado y pertinente a la propuesta de tu cuento.

Después de escribir el borrador

Verifica si:

- Si el cuento resulta claro, entretenido y fluido.
- La ortografía literal, acentual y puntual están correctas.

Lee en voz alta o publica tu cuento.

 


0 comentarios